El hombre en la arena

Nos gusta contar historias. A nuestro cerebro le gustan mucho las historias. Es la mejor forma de pasar un mensaje a otras personas. Cuando contamos una historia, la atención aumenta de forma exponencial. Activa el nivel de atención. 

La historia más importante que existe es la historia que nos contamos a nosotros mismos. Es la historia que está en nuestros pensamientos. A veces esa historia tiene que ver con los miedos: miedo al “fracaso”, miedo de lo que creemos que los demás piensan de nosotros, miedo a la crítica, miedo a ser juzgados.

En ocasiones esa historia es tan fuerte que nos paraliza. Es tan fuerte que no logramos movernos y tomar decisiones. Entonces, inventamos historias para justificar lo que sucede y también lo que no sucede.

Existe una frase popular aunque sin autor: “Yo tuve muchos problemas. La mayoría de ellos, nunca existió”. Esa es la peor historia que nos contamos, porque el cerebro queda preso de ella. Cierra la historia, la bloquea.

La decisión de entrar o no en la historia

¿Recuerdan a los gladiadores? ¿Aquellos esclavos que peleaban para entretener a la aristocracia y al pueblo? ¿Aquellos que no tenían nombre y solo eran “el hombre en la arena”?

Cada persona decide todos los días entrar o no al juego, entrar o no a la arena. Y no tiene que ver con fracasos. Tiene que ver con tener coraje de lanzarse aunque no puedas controlar el resultado.

Muchos deciden no entrar al juego, no entrar en la arena. Una cosa es cierta: si no te arriesgas, jamás tendrás resultados, buenos o malos.

No se puede ser jugador y espectador al mismo tiempo. Ni un poco de los dos. Son excluyentes.

Sí. En la arena vas a equivocarte. Aceptar esa vulnerabilidad no es debilidad. Es coraje.

Hay solo dos lugares donde estar: en la arena o en la platea. Ojalá no aceptes más estar en la platea, en el banco del espectador.

Es hora de que estés en la arena. La hora es ahora.

Los escudos que levantamos

Entrar en la arena no tiene que ver con ser superhéroes, con tener una capa para volar o una espada con rayos láser. Todo lo contrario. Es aceptar nuestra vulnerabilidad, saber que puede salir mal, pero aun así tomar el riesgo y entrar al juego. De todos modos seremos juzgados.

Elige ser visto en la arena, aun sabiendo que en allí hay muchas historias, miedos, ansiedades, inseguridades, vergüenzas. No es tarea fácil. Las personas se protegen y por eso eligen no entrar. Y por eso tampoco quieren que otros lo hagan y crean barreras. Aléjate de esas personas. Escucha la opinión de quienes están en el juego, se arriesgan y están en la arena.

Trabaja en el coraje antes que en el confort. La vulnerabilidad asusta, pero es peor llegar al final de la vida sin haberse arriesgado.

Yo sé que puedo fallar. Yo sé que me puedo equivocar. Sé que puedo terminar con el corazón partido. Invertir puede salir mal. Vivir puede salir mal. Innovar es un riesgo. Pero, yo elijo tener coraje. Acepto mis vulnerabilidades en lugar de confort.

Siempre seremos criticados. Entremos o no al juego. ¿Cuántas personas hay en la arena y cuantas en la platea? Piensa en eso. Elige entrar al juego. Elige entrar a la arena. No llegues al final de tu vida, para ahí hacerte esta horrible pregunta: ¿Y si me hubiera arriesgado?

¡El hubiera no existe! Te espero allí, en la arena.

 

Executive as a service

Miradas profesionales que impulsan a tu organización

Lourdes Alarcón

Egresada de la carrera de Contabilidad de la Universidad Nacional de Asunción, Posgrado en Dirección Estratégica e Innovación de la Universidad de Belgrano - Argentina, Posgrado en Innovación Tecnológica Empresarial de la Universidad Americana. Amplios conocimientos adquiridos en Coaching Ontológico.

En la actualidad se encuentra brindando asesoramiento y acompañamiento estratégico a empresas com, Grupo Punto Farma, Mi Crédito S.A, Alemania Cell, Alto Group S.A, SC Institute del Colegio Santa Clara, Directora Ejecutiva y de TI, por más de 20 años dentro del Grupo

Salemma, Gerente Administrativo y Contable por 8 años en Vicente Scavonne. Destaca su capacidad de resolver problemas, su liderazgo participativo y sus habilidades de comunicación.

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