Cómo darle salud y futuro a una empresa familiar
Tarde o temprano, toda empresa familiar enfrenta una misma tensión: qué pasa cuando las nuevas generaciones se involucran en el negocio. También es habitual que los límites entre la familia y la empresa no estén claros poniendo en riesgo ambas estructuras. Para que esta relación sea saludable es vital que cada espacio pueda sostener una transformación cultural hacia un futuro de bienestar afectivo y profesional.
Empresa y familia, juntos pero no revueltos
Es normal que las empresas familiares tengan límites difusos entre la familia y la empresa. Las lógicas de un espacio se trasladan al otro y viceversa. Por un lado, encontramos que la billetera de la empresa es utilizada para gastos ajenos a los negocios. Incluso que muchos padres pagan las cuotas del colegio de sus hijos desde las cuentas de la empresa o para resolver cuestiones de transporte, viajes y hasta alimentación de la familia.
También se naturaliza que los bienes (vehículos, por ejemplo) y los servicios de la empresa sean utilizados por la familia. No es extraño que la persona a cargo del departamento de tecnología de la empresa asista a la familia en los problemas de conexión o dispositivos hogareños.
Por el otro, es habitual que muchos fundadores o padres en puestos de dirección trasladen los criterios de la dimensión familiar al ámbito empresarial. La creencia de que todos los hijos deben tener el mismo salario, independientemente del mérito o del aporte que hagan a la empresa, es muy común. Lamentablemente, genera desequilibrios y sentimientos de injusticia que, tarde o temprano, afloran como conflictos. No es recomendable definir ingresos como si se tratara de repartir una torta como postre.
Estas costumbres que describimos de a poco van instalando una perspectiva distorsionada de lo que verdaderamente exige una gestión empresarial profesional que afectará a las generaciones más jóvenes.
De empresa familiar a familia empresaria
Una de las claves para volver a la empresa familiar en una institución saludable y con futuro es trazar una línea clara entre la empresa y la familia generando órganos de gobierno para cada ámbito. Necesitan tener una mirada particular. No es lo mismo decidir sobre el futuro de la empresa que el lugar de vacaciones de verano. No es lo mismo resolver una pelea entre hermanos que gestionar un conflicto entre dos compañeros de trabajo.
Poner en marcha los órganos de gobierno requiere de delimitarlos y de establecer sus alcances, responsabilidades y objetivos. Luego es recomendable instalar con mucha paciencia el hábito de mantener reuniones formales y coordinadas por profesionales. Si es posible, por alguien externo a la familia que cuente con la confianza de todos. Esto promete ayudar a generar un ambiente más propicio para que interactúen de manera más profesional.
Los espacios de gestión disminuirán las confusiones y distorsiones que atentan contra el desarrollo de la empresa y de la familia. Evitará que los temas del directorio sean tratados en la mesa del domingo y viceversa.
Luces y sombras de las empresas familiares
Cómo mencionamos al comienzo, existen distintos modelos de familia empresaria. Algunos establecen mandatos rígidos, en ocasiones nunca dichos en voz alta, que no pueden ser violados. Esto puede ser conflictivo cuando integrantes de la familia empiezan a traer nuevas ideas o buscan abrir sus propios caminos.
Otros modelos de familia empresaria mantienen sus fronteras más abiertas y promueven la autonomía, dando mayor lugar a la iniciativa individual. Esto podría alentar una competencia no tan saludable entre sus miembros si no se apoyan en factores que mantengan los lazos de unidad.
Ningún modelo es en esencia bueno o malo. Cualquiera puede generar importantes beneficios, así como graves perjuicios. En los extremos se excluye la riqueza de lo opuesto y el gran desafío del liderazgo en las empresas familiares pasa por encontrar un equilibrio no solo trazando límites claros entre la familia y la empresa, sino también buscando el balance entre lo individual y lo colectivo.
Lo importante es entender las particularidades de cada empresa familiar para diseñar el proceso de cambio acorde a su realidad y trabajar en una transformación cultural. A veces, y dependiendo de su funcionamiento, podrán hacerlo de una vez y a fondo. Otras, será gradual evitando despertar resistencias.
Separar la empresa de la familia a través de acuerdos y normas permite, a la larga, cuidar de ambos espacios. Significa darles futuro.