Construir un propósito evolutivo para tu organización
Al igual que las personas, las organizaciones pueden permanecer en “piloto automático” y ponerse en riesgo frente a los cambios que se presentan día a día. En parte, es porque no alcanzan un propósito evolutivo que les permita mantenerse alineadas, dinámicas y adaptables a las demandas internas y externas. En este artículo abordaremos cómo pueden alcanzar esta dimensión y alimentarla para no caer en un mal funcionamiento.
¿Por qué es importante el propósito para una organización?
Simplemente porque es la razón de ser y lo que mueve a sus integrantes a levantarse cada día y apostar al trabajo con otros. En algunas empresas es habitual encontrarlo mezclado dentro de lo que se denomina la visión y la misión, pero ambas revisten una mayor complejidad y abstracción. El propósito es puntual y sencillo.
En los procesos de consultoría que realizamos desde Okara muchas veces encontramos a organizaciones con el propósito intacto desde su época fundacional. Algunas lo tienen en un cuadro escrito en la pared como si fuera un mandamiento. Nadie sabe muy bien a qué se refiere, pero no lo cuestionan. En algunos casos se trata de compañías que ya no están cómodas y ven problemas en su producción. El modelo de gestión las limita y la adherencia y compromiso de las personas son bajos.
Es importante recordar que las organizaciones son seres vivos que al crecer eligen caminos distintos a los planeados inicialmente. Forzarlos es como un padre o una madre que no quiere escuchar el deseo de su hijo o hija y le obliga a estudiar una carrera para cumplir con la tradición familiar.
¿Qué es un propósito evolutivo?
En general, un emprendimiento comienza con un propósito vinculado a las personas que lo fundan. En las antiguas compañías surge del deseo económico de una persona y sin más complejidad, pero luego avanza en su ciclo vital y se transforma. Si quiere adaptarse a la complejidad y los desafíos que le llegan deberá estar dispuesta a cambiar.
Frederic Laloux, el autor de “Reinventando las organizaciones” (2014), hizo un análisis de cómo la evolución humana fue creando formas de ser y producir dependiendo de los valores de la época. Adjudicó colores (rojo, ámbar, naranja, verde y turquesa) a cada una, las describió e indicó que existe una convivencia de esos formatos en la actualidad. Las turquesas, surgidas a fines del S XX, poseen al propósito evolutivo como una de sus tres características fundamentales junto a la plenitud y la autoorganización.
Según el autor, la naturaleza de un propósito evolutivo es el dinamismo y el cambio porque la organización lo hace permanentemente y lejos de frenarla se debe energizar aprendiendo a escucharla hasta volver flexible a las demandas emergentes. La clave: lograr conciencia de hacia dónde quiere ir.
¿Cómo alimentar al propósito evolutivo?
Las organizaciones hablan y se mueven a partir de cómo se distribuye el poder dentro de ellas. Ir hacia un propósito evolutivo no se reduce a una práctica en particular. Depende de prestar atención a lo que fluye dentro del organismo.
Un buen ejemplo ocurrió en Buurtzorg, una organización de cuidados y enfermería holandesa que nació en 2006. Con el paso del tiempo uno de los equipos decidió que era provechoso contar con un servicio de hostería para las personas encargadas de asistir a sus familiares. Una de las enfermeras tenía una casa de campo que se transformaría en una especie de bed & breakfast.
El servicio fue lanzado sin aprobación de la gerencia como un experimento a pequeña escala sin objetivos, fechas ni presupuestos. No hubo presión. El interés de los demás equipos de enfermeras llevó a incorporar esta idea al propósito de la organización: cuidar a quienes cuidan.
En el caso de la compañía holandesa no hubo un tiempo y esfuerzo en el esquema anual para conectar con el propósito. Fluyó. Sin embargo, no todas las organizaciones pueden hacerlo de esta manera. Algunas se benefician de realizar talleres donde integran distintas perspectivas, desde las materiales como los balances contables y proyecciones del mercado hasta lo emocional y espiritual trayendo al ser humano en su plenitud. Allí lo vital es la participación para que si se cambia el propósito se logre un mejor compromiso de los equipos. Así existe una noción de construcción colectiva de la que todos son dueños.
Permanece a la escucha
El malestar en las organizaciones y la sensación de que existen otras formas de trabajar impulsa a muchos líderes a buscar asistencia y revisar no sólo sus estructuras sino sus valores. En Okara mantenemos procesos de consultoría personalizados, donde descubrimos necesidades y potencialidades a partir de conversaciones, reuniones, entrevistas, observaciones etnográficas, lecturas y análisis.
Muchas de las organizaciones que han trabajado con nosotros hoy implementan caminos y procesos antes impensados. Sin embargo, son coherentes con sus propósitos evolutivos y resultan efectivos para mantenerse alineados, dinámicos y competitivos.