El arte de facilitar procesos de aprendizaje en las organizaciones

líder de equipo de trabajo

No es magia, tampoco ciencia. Facilitar los desarrollos y aprendizajes en las organizaciones requiere de humanidad, conciencia y una comunicación fluida que afiance la motivación de las personas y el grupo. En este artículo compartimos los factores imprescindibles a tener en cuenta para volverlas más adaptables a los desafíos actuales. 

Un modelo para armar

Facilitar procesos de aprendizaje representa un arte que debemos aprender y desarrollar. Siempre que tengamos que coordinar o facilitar equipos de trabajo debemos asumir, elaborar y procesar ciertas realidades complejas de todo fenómeno grupal. Allí entrarán en juego cinco factores claves que, vaya coincidencia, empiezan con la letra “c”:  

  • Conciencia de la heterogeneidad

  • Contexto

  • Conocimiento personal

  • Comunicación fluida

  • Compromiso y motivación

Diferentes e integrados

Tener conciencia de la heterogeneidad de un grupo significa reconocer que el proceso de aprendizaje entrará en juego con las diferencias culturales, sociales y afectivas de cada persona que lo compone. Esto suele conllevar cierta dificultad porque pensamos y creemos que todos somos iguales. 

Enmarcado

A lo anterior se debe sumar el contexto en el que se realiza la intervención o la coordinación de un grupo. La dinámica será muy distinta si se trata de una actividad laboral, de estudio, de un emprendimiento social o religioso, por mencionar algunos ejemplos. 

Humanidad

Un factor muy importante para los facilitadores o coordinadores a la hora de asumir compromisos y liderar grupos es el conocimiento personal, es decir, ser conscientes de la manera en que nos afectan ciertos eventos, actitudes o comportamientos de las personas con las que trabajamos. Ponerse en contacto con esta dimensión nos ayuda a no perdernos en la tarea de acompañamiento.

hombres en una reunión de equipo

Flickr - Dominique Dejonghe

Simpleza

Otro elemento clave es tender hacia una comunicación abierta, clara, fluida que genere condiciones de aprendizaje y permitan que las personas se sientan cómodas, libres, no observadas ni juzgadas. Deben poder ser ellas mismas dejando de lado todas las máscaras. Es importante que la tarea de facilitación desencadene dinámicas caracterizadas por la naturalidad y la espontaneidad. Esto alimenta un valor fundamental que caracteriza a los espacios de aprendizaje, creación e innovación: la confianza, algo importante a tener en cuenta porque los procesos también conllevan conflicto.

Compromiso y motivación

Son dos variables que están relacionadas y deben existir en un grupo para que se produzca el aprendizaje. Cuando alguien no está motivado se ausenta del proceso, no interviene y no sintoniza con el grupo ni con los objetivos comunes. Es preciso entender que antes del compromiso colectivo debe haber una adherencia personal a la tarea. Luego, llega el sentido de pertenencia a la organización

Aceptar

Es conveniente saber y reconocer que los procesos de intervención suelen traer conflictos. Así como es bueno reconocerlos cuando aparecen, es sano aceptar que no siempre se resuelven. Muchas veces caemos en un pensamiento mágico de que todos lo hacen, pero no. 

Una manera de enfrentar aquellos conflictos sin luz al final del túnel es asumirlos sin negar su existencia, su importancia y la manera en que afectan a las personas y al grupo. Debemos poder hablar de lo que incomoda, crea fricciones y estando sumergido actúa sin que nadie se anime a nombrarlo. 

Abordar los conflictos es una de las maneras de ayudar a mejorar las organizaciones porque las tensiones no son algo malo en sí mismas. Depende de cómo las trabajamos para que se vuelvan experiencias positivas.

Cuidarse para cuidar al resto

La tarea de facilitar procesos grupales ocasiona desgaste y estrés personal. Por eso, es necesario que las personas a cargo y los facilitadores ejerciten el autocuidado. Implica trabajar en cada uno desde lo intelectual, afectivo, emocional y espiritual. Es clave conocerse, darse tiempo y espacio para identificar límites de cuándo y cómo involucrarse en los grupos.

La meditación es un recurso significativo en esta búsqueda personal, tema sobre el que mucho se ha escrito y tiene innumerables posibilidades de abordaje dependiendo de las escuelas filosóficas.

En Okara trabajamos para alentar el desarrollo de organizaciones conscientes y adaptables a los desafíos que enfrentan cada día. En parte, promoviendo procesos de consultoría, aprendizaje y formación de quienes los facilitan. 

 

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