Empresas familiares: la tensión entre el yo y el nosotros

Blog Okara - Empresas familiares: la tensión entre el yo y el nosotros

Es natural que el negocio familiar, aún con sus bondades, sea una barrera en el desarrollo de quienes la integran. Incluso puede generar fuertes problemas a nivel personal, vincular y empresarial. Resulta difícil reconocer que la empresa familiar nacida para dar bienestar terminó volviéndose una fuente de malestares y ansiedades con un altísimo costo para las personas atrapadas en dinámicas nocivas. En este artículo abordaremos a qué se deben y qué se puede hacer para revertirlas.

Negocio, autonomía y crecimiento en la empresa familiar

Empecemos con un ejemplo real, preservando la identidad de la persona y de la empresa. Francisco tiene 46 años, está casado, es padre de cuatro hijos y forma parte de la tercera generación de una empresa familiar. No solo la integra, sino que lidera una de las compañías que se abrieron con el crecimiento del negocio original. 

Desde el principio de su vida empresarial Francisco mantiene un salario por debajo de lo que ocurre en el mercado. Principalmente, porque los gastos de vivir (su casa, auto, seguro de salud, entre otros) están cubiertos por la empresa familiar. Más específicamente, por un tío mayor que define cuándo puede realizar un gasto. 

“No te preocupes”, le suele decir su padre cuando reclama una mayor autonomía y le recuerda el lema de su abuelo fundador: “Uno para todos y todos para uno”. Francisco enfrenta una tensión cada vez más grande: sus hijos están por ir a la universidad y su esposa está visiblemente incómoda con la falta de independencia. Siente que su padre y tíos pueden “quitarle el apellido” si decide dejar su puesto y seguir un camino empresarial independiente. Confía que lo tomarán como una traición. 

¿Algo de este caso les suena familiar?

 
Blog Okara - Claroscuros de “la unidad ante todo”

Claroscuros de “la unidad ante todo”

El caso de Francisco es un ejemplo de una de las tensiones más importantes que se viven en la empresa familiar: la que existe entre el yo y el nosotros. El empresario siente una enorme culpa por tan solo imaginar la posibilidad de trazar una dirección diferente a la que su sistema familiar le dicta desde chico. No tiene miedo a fracasar como emprendedor, sino a perder el reconocimiento familiar.

Desde la psicología evolutiva Francisco no ha terminado de transitar el proceso de individuación, donde las personas generan un sentido de identidad propio más allá de los parámetros familiares. Este proceso generalmente empieza a darse en la adolescencia, pero en muchas ocasiones el sistema familiar lo reprime instalando el miedo a no pertenecer. 

Es importante aclarar algo: la idea de “la unidad ante todo” no es en sí un problema. De hecho, permite a muchas empresas familiares crecer, pero también se puede convertir con el tiempo en una fuente de sufrimiento. 

Nuevos ciclos empresariales que honran el legado

Para buscar soluciones a la tensión entre el yo y el nosotros es necesario sentarse a la mesa a conversar como adultos. No podemos resolver nada desde nuestro niño interior, que no tiene los recursos para manejar la complejidad. 

Es habitual que las consultorías aborden situaciones de este estilo solo proponiendo una estrategia legal o empresarial cuando, en realidad, el desafío está en lo psicológico y lo relacional. Por un lado, de quienes buscan su autonomía sin culpas y, por el otro, de quienes deben dejar de usar las empresas como formas de mantener vivos problemas no resueltos de la familia. 

Desafiar la idea de “la unidad ante todo” puede mantener unida a la familia y dar vida a nuevos ciclos de éxitos empresariales a partir de los aprendizajes de las generaciones anteriores. Incluso permiten honrar el legado del emprendedor que fundó la empresa. 

Encontrar el equilibrio entre el yo y el nosotros en las empresas familiares no es sencillo. Lograrlo depende de las capacidades de los líderes en reconocer estas tensiones y desarrollar un sentido saludable del ego que les permita poder soltar parte de sus creencias. Así podrán afrontar los ciclos vitales y los procesos evolutivos sin quedarse anclados en el pasado, algo nada despreciable en un mundo que cambia a una velocidad inédita. 

 
 

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